Tienes el orgullo del tamaño del sol, y yo quiero taparlo con un dedo, te busco pero en donde no estás para encontrar mis pasos en reversa, quiero arrancarte a mordidas ese olvido que te cubre alcahueteando el remolino del reloj. Yo no se cómo mirarte, de qué forma, a qué distancia, con qué luz; pero jalado por mi lengua palpitante voy siguiendo el rastro de tu espalda y pagando con ardides el boleto para viajar en tu pincel. Cuando aprendí a bailar el zarapico de tus ojos entendí que aunque despierte temblando de madrugada y me tape con el mar descobijando tu luna ya nada impedirá que busque ansioso el beso que dejaste escondido. Por si un día de ibas.
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